Soy muy desorganizada, o bastante, lo tengo completamente asumido. Pero creo, contradiciendo al dicho, que el orden de las ideas precede al orden de las cosas. Así que de costumbre, no me importa que mis pertenencias esten desparramadas por allí, pues yo sé dónde es que están desparramadas.
Pero desde ayer estoy como loca, revisando cada rincón de la casa. Estoy buscando unas sandalias nuevas, divinas, increíiiiibles, que me compré en la liquidación de Ralph Lauren, un amor a un precio mucho más que razonable. Y no las puedo hallar.
En el mientras tanto de mi frenética búsqueda, ya arreglé el ropero de la ropa de invierno, desheché dos bolsas gigantes de carteras olvidables, remeras de color indefinido y medias solitarias. También noté la necesidad de comprarme dos o tres cajas donde guardar la ropa de la otra estación, de modo de ser más prolija. Ordené, antes que nada, el guardazapatos, mi ropero y hasta la mesa de luz. Y nada. Las muy malditas deben estar riéndose de mí y de mi desesperación en algun insólito lugar.
Trato de pensar en otra cosa...pero no puedo.
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